04.20-Ladrones de Energía



Llegadas las 19:30 en Berlín eran las 13:30 en Ushuaia, las 21:30 en Moscú, la una y media de la madrugada en Pekín y de nuevo las 13:30 en Washington, y el Mundo se asomaba de nuevo al caos.
La tormenta dodecagonal, como era denominada en las principales cancillerías, amenazaba con sobrepasar el Trópico de Capricornio. Las bajas temperaturas habían congelado el sur del Atlántico, del Índico y del Pacífico haciendo descender el nivel del mar de forma significativa en el acomodado hemisferio norte, y las televisiones daban a conocer sus tremendas dificultades para conectar unas con otras a lo largo del globo ciñiéndose a las noticias locales y documentando con imágnes de archivo las crónicas telefónicas de sus corresponsales.

Dice un viejo proverbio chino que con la bajamar, aparecen los arrecifes.

Y vaya si estaban aflorando cosas: Los americanos espiaban a europeos, rusos y chinos gracias a los servicios on-line “gratuitos” que usaban todos. Los rusos tenían antivirus instalados por todo el mundo que en realidad se comportaban como virus-espía. Los chinos espiaban a los rusos, a los americanos y a los europeos gracias a que todos estaban conectados a la Red con aparatos fabricados en China.
Si buscabas algo en internet, el buscador lo primero que hacía era transmitir tus deseos, tu ubicación, tus favoritos y tus costumbres a una base de datos en algún lugar recóndito y luego te daba el resultado.
Millones de procesos automáticos vomitaban cada décima de segundo ingentes cantidades de datos en ordenadores atiborrados de bytes. Las bases de datos se habían convertido en montruosos vertederos donde nadie en su sano juicio se hubiera atrevido a meter la mano.
Incluso los programas “mineros” se veían en serias dificultades para no quedar atrapados en estructuras circulares de información cuasi infinitas.

Las agencias de seguridad de las grandes potencias, presas de una suerte de síndrome de Diógenes de información, habían terminado convirtiendo sus sistemas de información en inmundas pocilgas.

Un dato flotaba sobre toda esa mierda: Nadie se fiaba de nadie.

Así que de pronto, de la noche a la mañana, alguien decidió cortar por lo sano.
Y la Red cayó cuando los troncales de conexión entre subredes fueron bloqueados.
Ahora, cuando pedías una información los servidores se hacían la picha un lío y terminabas obteniendo lo que no querías, si es que llegabas a alguna parte.

Y claro, eso tendría serias consecuencias en la economía porque ni los propios bancos eran capaces de encontrarse a si mismo.Pero como dice otro proverbio chino, los ojos de la rata no ven más allá de una pulgada. O dicho en román paladino: nadie se estaba dando cuenta de la gravedad de las cosas. Por ahora.

Y todo empezó cuando medio mundo, el medio mundo que nunca figura en los planes de las grandes potencias, cayó en Edad del Hielo.

Sólo había un puñado de personas que sí tenían claro dónde estaba el problema. Ese grupo, denominado la Alianza Inverosímil por lo extraño de sus componentes, estaba a punto de interrumpir un relato de chimenea que era escuchado con atención y sorpresa en el Hotel La Nación de Ushuaia, a pocas millas del vórtice dodecagonal que la estaba liando parda.

-Pero entonces…-Interrumpió Nicolás a la Ninja no sin cierto temor-Vos sos en realidad tres, como la Santísima Trinidad.
-Nicolás, no digas pelotudeces. Esto no tiene nada que ver con Dios… ¿No es así “señora”?
-Realmente no sabría qué contestar.-Dijo la voz hombruna de la criatura.-En principio, Dios aquí aún no ha dicho esta boca es mía.
-Pero lo podría decir.-Intervino Lucas en un arranque de misticismo provocado sin duda por el humo de la chimenea, a falta de otros humos.
-No saquemos las cosas de sitio.-Dijo en perfecto castellano el expolicía tokiota Tetsu Watanabe.-Estamos hablando de una lucha en un universo moribundo en el que uno de los bandos quiere absorber la energía del nuestro para revitalizar el suyo.
-¡¿De que mierda desitio hablás cuando decí que no saquemos las cosas de él?!
Stella se agarró al brazo de su marido intentando tranquilizarle.
-Sé que es complicado y difícil de entender, pero os puedo asegurar que es lo que está pasando, y la realidad es tozuda, no podemos darle la espalda.
-Pero vos… vosotros sois “de los buenos”
-Somos de los buenos, no debéis pgeocupagos. Aunque estamos un poco pegdidos. Hemos dejado de gecibig intgucciones desde el otgo lado.

La valenciana, cuando hablaba el musculado Jean Baptiste, no tenía ojos para otra cosa, así que la cabeza, normalmente lenta, le funcionaba aún peor.
-Bueno. El caso es que ya nos conocemos, estamos aquí encerrados y no podemos hacer gran cosa, yo propong…-Un codazo de Lucas la detuvo.
-No proponemos nada.-La miró con severidad sabiendo qué es lo que iba a proponer.-En realidad, no sabemos qué podemos hacer, o por qué nos habéis contado vuestra historia.

La Ninja hizo una señal a Watanabe y éste le acercó una bata impropia para la envergadura del engendro. Ante los ojos de los ya bastante atemorizados espectadores, el cuerpo acerado se empezó a derretir como si fuera de hielo hasta ir tomando el aspecto de un hombre de unos treinta y pocos años, pequeño aunque bien proporcionado y de aire oriental. Se puso la bata rápidamente.

-¡Anda… ahora eres un tío!-Dijo la valenciana admirando lo poco que le dio tiempo a ver.
-Hola. Soy Paco el Camboyano, del que os acaba de hablar la Ninja. He dejado a Antonia en el otro lado para ver si ella es capaz de obtener información. No hace falta que me dejéis un hueco, no suelo tener frío.
-¡Hola amigo!-Dijo Jotabé levantándose.-Ya te echábamos de menos.
-Hola franchute…-Ambos se estrecharon la mano.
-Pero… ¿Y la pibeta?-Stella no entendía nada.
-La pibeta no existe en realidad.
-¡Por las patillas de mi viejo!¡Qué lío!
-Un momento.-Watanabe miraba un extraño teléfono móvil que acababa de sacar de un bolsillo.-Noticias de la Fundación.
Castro miró extrañado su propio teléfono que continuaba sin cobertura.
-Guarden silencio, por favor.


-¿Cómo está la cosa?-Sonó la voz metálica de Gallardo en el pequeño aparato.
-Bueno.-Dijo Watanabe con impotencia.-Sin novedad. Nuestros amigos del Hotel están a la escucha y están al corriente de todo-Les miró inseguro. No parecían realmente al corriente.-¿Vosotros tenéis algo?
-Creemos que sí. José Antonio se ha leído todo el informe transmitido desde Ushuaia al Observatorio de La Plata. Cuando quieras…
Se escucharon algunos ruidos y el carraspeo de El Notario antes de que empezara a hablar.

-Hola a todos. Hola Antonia.
-Hola.-Dijo Paco poniendo voz de mujer. Los presentes sonrieron nerviosos, atentos como estaban a escuchar algo que no sabían muy bien en qué iba a consistir.
 -De acuaerdo, hola Paco. Bueno. Intentaré resumir, y no creáis que va a ser fácil. El informe era realmente largo y complejo, con demasiados tecnicismos.

Watanabe dejó el teléfono en el centro del semicírculo formado por los refugiados en el edificio, cubierto por la nieve casi hasta la mitad de las ventanas de la segunda planta. El vestíbulo se hallaba práctiacamente a oscuras, por lo que los congregados sólo recibían el resplandor rojizo de la hoguera. El semicirculo de rostros espectactes miraban el pequeño aparato en una suerte de ritual mágico.
El japonés se echó hacia atrás, dispuesto a escuchar largo rato. Los demás se relajaron al verle, el silencio sólo era interrumpido por el crepitar de los troncos al arder.

-El documento contiene anotaciones de campo, tablas de mediciones, fotografías, que no hemos recibido aún, y algunas hipótesis respecto de un trabajo realizado por el astrónomo Sancho Bermúdez Molina en la estación antártica Profesor Julio Escudero en los últimos tres meses.
-¡Yo conozco a ese!-Interrumpió la valenciana.
-¡Y nosotros!-Dijeron al unísono Lucas, Stella y Nicolás.
-Y yo…-Dijo uno de los agentes rescatados por la Ninja.
-¡Joder…! La primera en la frente.-Apuntilló Paco.-¿Y aún os preguntáis porqué os hemos contado toda la historia? A ver… tú, chavala, de qué conoces al tal Sánchez.
-Sancho… se llama Sancho. Era el astrólogo que conocí en el barco. El que los rusos me dijeron que distrajera.
-Un tipo grande, cincuentón, con barba y pinta de currante.-Apuntilló Lucas.
-Sí, fue la persona que se iba a alojar aquí, le reservó la india esta… ¿cómo se llamaba Nicolás?
-Iris Kiepja, una ona que vino a poner una denuncia hace unos días por la desaparición de Sancho Bermúdez. Yo mismo le tomé la filiación.

-De acuerdo.-Sonó la voz del teléfono.-Ponemos gente a mirar datos sobre esa chica, Iris Kiepja de Ushuaia. Continúo.-Unos susurros callaron al Notario.-Me preguntan por aquí… ¿Qué es eso de los rusos?
Lucas detuvo a su amiga, que ya estaba dispuesta a contar algunas cosas de más, y se decidió a contarla él, eliminando los aspectos más turbios.
-La tripulación del Crucero Antártico era rusa, en su mayoría. Algunos marineros le pidieron a Encarnación que distrajera al astrónomo por alguna razón desconocida. Luego nos enteramos al llegar aquí que había desaparecido.
-De acuerdo. Gracias.-El Notario hizo una pausa.-La verdad es que en estos días, los hoteles de Ushuaia se han llenado de chinos, rusos, americanos, alemanes… está claro que algo trama alguien. Continúo pues…

“De los trabajos se deduce que Sancho Bermúdez tomaba notas de las dimensiones, ubicación y altura de las auroras australes durante todo el tiempo. Aunque las auroras no son visibles durante el día polar, él disponía en la Estación de los instrumentos necesarios para medirlas.

Alguien carraspeó junto al Notario.

“Las Auroras son fenómenos ópticos que produce el viento solar al pasar sobre la atmósfera justo en el lugar en el que nace el campo magnético de la Tierra, campo que produce la rotación del núcleo de hierro del planeta al girar a distinta velocidad que el manto y la corteza terrestres.

De nuevo murmullos al otro lado del teléfono.

“Lo siento Gallardo, pero creo que tengo que dar algunos datos previos, y no son mis datos favoritos, puedo asegurarlo.

De nuevo se hizo el silencio.



“Este campo magnético forma un escudo alrededor del planeta que nos protege del viento solar y de sus nocivas consecuencias. Sancho observó que las radiaciones electromagnéticas habían perdido fuerza observando cómo las auroras australes se producían cada vez a menos altura.

“Creía que esto sólo se podía deber a que el núcleo de nuestro planeta, por alguna razón desconocida, había empezado a rotar más lentamente. Ese asunto le traía de cabeza. Necesitaba hacer más mediciones pero se había quedado sin fondos, así que tuvo que salir de la Estación Antártica sin concluir el trabajo.

“Sin embargo, algo le conectaba con el Observatorio de La Plata porque desde Ushuaia alguien, que ahora suponemos era esa tal Iris, les transmitió el trabajo esperando a que él, una vez en Buenos Aires, pudiera mostrar su teoría a la dirección del mismo, quizá con la promesa de obtener fondos para seguir investigando. Al menos eso cree Gallardo.

Se escuchó un cuchicheo suave.

“Ahora voy con ello, Pepo, tranquilo.

“Nosotros hemos descubierto algo que el propio Sancho no había visto en sus datos. Comparando algunas tablas de mediciones vimos que la reducción del campo electromagnético mostraba un patrón dodecagonal casi exacto.

-¿Dodequé?-Preguntó la valeciana.
-Dodecagonal-Apuntilló Stella-Un dodecágono es un polígono regular de doce lados.
Nicolás miró sorprendido a su esposa.
-¿¡Qué…!? ¡Yo no soy una indocumentada, me recibí de periodista!

-Efectivamente, un polígono regular de doce lados. La  tormenta que os cubre a vosotros, y a medio mundo, tiene su centro en el polo sur, y tiene exactamente esa forma.

-¿Esta tormenta es provocada?

-Tras hablar y hablar entre nosotros, dedujimos algunas cosas que el pobre Sancho Bermúdez no podía ni siquiera sospechar.-Gallardo parecía haberse acercado al micrófono.

“Los vértices del polígono de doce lados parecen amortiguar la radiación electromagnética absorbiéndola. Esos puntos, cuya naturaleza sólo podemos imaginar, se han vuelto extremadamente calientes lo que ha provocado la sublimación del hielo en el que se encuentran y la formación de la tormenta que os está afectando.

-Entonces.-Intervino el cabo Guerrero, que hasta ese momento estaba escuchando muy atentamente.-La tormenta sería el efecto colateral de la acumulación de esa… energía.

En el otro lado permanecieron en silencio un segundo. Guerrero intervino de nuevo presentándose.

-Como el descenso de altura de la auroras australes.-Continuó la voz de Pepo.-En realidad, nada de lo que está ocurriendo resulta realmente peligroso para nuestro mundo, en terminos globales, naturalmente.
-Pues si una tormenta apocalíptica y la pérdida del escudo ese que nos libra de las radiaciones malignas no son lo peligroso. Por el amor de Dios, decíme qué es lo que viene a continuación.-Nicolás estaba realmente asustado.

Unos murmullos en el otro lado fueron toda respuesta.
Paco tuvo la sensación de que a la parte de la Alianza Inverosímil que se partía la cabeza en la Fundación no le parecía adecuado el auditorio para dar la respuesta. Pero al ver las ventanas cegadas por la nieve, que no paraba de caer, no tuvo más remedio que decir.

-Dejaros de tonterías. Estos amigos están con nosotros, aun a su pesar, así que desembuchad.

-Está bien.-Era la voz de locutor de De la Fuente, ausente hasta ahora de la conversación.-Después de mucho discutir entre el tecnólogo, el Notario y el pesado de Gallardo, y te puedes imaginar cómo ha sido ese debate, hemos llegado a una conclusión bastante afinada y compleja que supondría en sí misma la misión ineludible para la Ninja de los Peines.

-¡Ay por favor… soltadlo ya!-Dijo la valenciana, que ahora sí, parecía haber entendido la importancia del momento.

-En los doce puntos que forman los vértices del polígono dodecagonal alguien, no sabemos quién aunque sí que no ha sido nadie de Mörgendammerung, ha colocado lo que podríamos denominar doce súper condensadores.
-¿Súper condensadores?-Lucas parecía intentar imaginarse los artilugios-¿Hablamos de inmensos acumuladores?

-Visto lo visto-Dijo la voz de Pepo.-Igual tienen el tamaño de una caja de zapatos, recordad que los de “el otro lado” tienen una tecnología muy superior a la nuestra. Pero sí, podríamos decir que son acumuladores de energía. Energía producida por el núcleo de la Tierra, de ahí que la fuerza del campo magnético se haya reducido tan significativamente. Esos súper condensadores la están robando.

-¿Y por qué han tenido que venirse al fin del mundo a hacer esto?-Dijo uno de los policías.
-Muy sencillo. La energía pasa por los polos magnéticos antes de formar el escudo. Para capturarla hay que situar los condensadores al rededor del polo magnético. Hacerlo en el Polo Norte hubiera sido más complicado y demasiado cerca de las zona civilizada de nuestro planeta.
-Pero si el fin no es dejarnos sin escudo ni provocar una inmensa tormenta, ¿para qué robar la energía?
-Está claro…-Dijo la voz de Gallardo.-Para usarla. Suponemos que para facilitar desde este lado la apertura del agujero que comunicará ambos universos.

-¿Y eso cómo se hace?-Preguntó Stella.
-No tenemos ni idea. Podemos imaginar qué es lo que pretenden, pero no cómo lo van a lograr.
-Y entonces, si no sabemos cómo lo van a hacer, ¿cómo podemos evitarlo?

-La respuesta es muy sencilla.-Intervino Paco alejándose de nuevo del grupo mientras se quitaba la bata que le cubría.-Destruyendo los doce condensadores.-Las últimas palabras las pronunció La Ninja de los Peines.

No hay comentarios: