La lluvia caía como una gruesa cortina de agua, dura, fría, hiriendo allá donde te tocaba. Cruzar la Alameda en esas circunstancias era exponerse a la muerte por ahogo en salpicaduras, charcos, barro y viento. Por eso, en la Alameda, aquella tarde no había ni un alma.
A pesar de la crudeza del temporal se sabía que era una tormenta de primavera porque había mucha luz, demasiada. Como si todo fuese una burla y las inclemencias fuesen retoques de un photoshop divino.
A pesar de que no había nada extraordinario en una tormenta primaveral típica del clima mediterráneo, la gente siempre mostraba asombro y miedo ante el tiempo lluvioso. Los comentarios de “esto veremos a ver cuánto dura”, “este año nos quedamos sin procesiones” o “es fatal para el turismo” eran los pocos que se escuchaban allá donde se juntaran más de dos personas. Todos los años igual.
Porque en una ciudad donde la primavera es el despertar de los sentidos, la lluvia, esa lluvia infame que cae como si se tratase del diluvio universal, deja a la gente sin ánimo, traumada, triste e inmóvil. Pero, como todos los años, la lluvia cesaría, y el arcoíris, el sol y el calor insoportable se adueñarían de ella y de nuevo todos empezarían a hacer planes, a preparar la fiesta y a salir a la calle. Exactamente igual que los caracoles.
Ahora llovía a mares y de vez en cuando, para completar el escenario amenazador, un relámpago y un trueno encogían los corazones de las viejas mientras planchaban las túnicas de nazareno.
En el interior del Ok-Corral se daban dos circunstancias contrapuestas: por un lado estaba la nueva decoración, vintage, pero nueva. Por otro estaba el viejo serrín en el suelo. Su olor acre a madera mojada se mezclaba con el de la cerveza, el café y el vino en un ambiente cerrado y extremadamente húmedo sometiendo a una intensa presión respiratoria al dueño y los dos únicos clientes. Fuera, el inmenso espacio vacío de la Alameda cubierto por el brillo del agua corriendo a raudales hacia las alcantarillas. No hacía frío, pero los tres tenían la sensación de estar enfermos.
En su taburete, La Peligro bebía un botellín de cerveza vuelta hacia la puerta de cristales sucios con la mirada desenfocada. El Notario, perdida la facultad de leer y entender aun a velocidad normal, se entretenía escuchando la radio del local que escupía chascarrillos de media tarde. Manolo parecía ignorarles mientras hacía algunas cuentas en su vieja libreta.
-Joder niño.-Dijo por fin la travelo girándose.-Hace un día para ir a arrancar remolachas.
-Las remolachas se recolectan muy temprano, en las mañanas frías de enero.
-Pero tú me has entendido, ¿verdad lechuguino?
-Sí. Hace un día de perros.
La alegre sintonía del noticiario les hizo callar.
-“Son las cinco de la tarde, noticias”.-Dijo una voz solemne e impersonal, como si estuviese anunciando algo grande. Como siempre.
-“La organización Human Right Watch asegura que las violaciones de los derechos humanos se han incrementado un quinientos por cien desde que los aliados desarticulasen al organización neofascista Morgendämmerung. Especialmente en Rusia, China y los paises de extremo oriente.“
-¿Los aliados?-Dijo la Peligro levantándose del taburete.-Serán los liados. ¡Si no llega a ser por nosotros!
-¡Shhh!-Dijo Manolo señalando a la radio.-Calla mujer.
-“En España, el incremento de detenciones y la aplicación de las leyes antiterroristas se han multiplicado por diez, y, según la organización, sólo el 0,1 por ciento de los detenidos son formalmente acusados, lo que en palabras de su representante en nuestro país indicaría que se está utilizando el miedo a Morgendämmerung para reprimir movimientos de protesta que nada tienen que ver”
-Hijos de puta.-Susurró el Notario.-Siempre terminan pagando los mismos.
-Pegue o no pegue, en el culo te hecho un mixto.
Manolo miró extrañado al Notario y se volvió a la que acababa de hablar.
-¿Y eso qué tiene que ver?
-Pues eso… que pegue o no pegue, te pego.
-Deja la cerveza, Peligro, se te está diluyendo el cerebro.
-“Tecnología: Empresas coreanas de telecomunicaciones han anunciado un nuevo sistema de telefonía al que denominan quamtum. Al parecer, un teléfono con esta tecnología tendría cobertura en cualquier parte del mundo las veinticuatro horas, aun bajo tierra o en un vuelo interoceánico”.
-Esto es como la posguerra.
-Ponme un botellín que para decir tonterías sobria prefiero tener una excusa.
Manolo suspiró y sacó un botellín del frigorífico. En esta ciudad, llueva o haga sol, la cerveza se toma muy fría.
-Anda. Toma, pero a ver si te buscas algún entretenimiento, que llevas unos días que no paras.
-¡Para lo que hay que hacer!
El Notario suspiró igualmente y tomó el periódico abriéndolo por el centro con la sola intención de mirar las fotos. Manolo siguió a lo suyo y la travelo se volvió a girar hacia la puerta.
En la plaza, una figura elegante pero discreta, vestida con una gabardina negra y un paraguas igualmente negro se aproximaba. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, pudo distinguir sus rasgos.
-Ahí viene la Antonia. ¿Qué se le habrá perdido por este cuchitril?
-¿Unos amigos, quizá?
-¡Anda ya! Si está más rara… Desde que no escucha las voces se siente como una niña perdida.
-Tú tampoco escuchas nada.
-¡Niño… qué cosas! Estoy como una tapia. Y me da un mal rollo, ¡con lo que me gustaba escuchar los cuchicheos de las vecinas!
La puerta se abrió dejando entrar miles de gotas de agua que chocaron contra el piso y las primeras mesas del local. Antonia cerró su paraguas y se coló chorreando agua por los cuatro costados. Llevaba puesta una sonrisa de oreja a oreja.
-¡Buenas tardes!
La cara de estupefactos de los tres fue la única respuesta.
-¿Qué pasa?
La Peligro se apeó del taburete con la gracia con la que una foca se baja de un cubo en el circo y se acercó con cara de sospechar a la folklórica.
-¡Tu sabes algo!
-¿Yo…?-Antonia maldisimulaba su alegría-¿Por qué…?
El Notario también se había levantando y se le acercaba expectante.
-¿Tienes noticias?
-Anda que no sois cotillas. Manolo, hijo, ponme un café cortado.
-Marchando.-Manolo no le quitaba ojo de encima. Como los otros dos sabía que algo había pasado, algo bueno, porque Antonia no sonreía desde hacía meses. Pero al contrario que sus clientes, prefería dejar que lo explicase cuando estuviese segura.
-No habréis visto a Pepo, ¿verdad?. Me he recorrido la casa entera buscándole, ni Fernanda ni su marido han sabido decirme dónde estaba.
Manolo preparaba ya el platillo y la cucharilla. La máquina del café rugía comprimiendo el agua.
-Vino hace un rato. Estuvo aquí un par de minutos y se fue. No dijo nada.
-El pobre. Dice que ya no sabe ni manejar una calculadora.
-Estáis un poco bajos de forma, la verdad.
-A ver, bonita, nosotros no somos superhéroes totales como tú, sólo intermitentes… ahora tenemos poderes, ahora no…
-Bueno, quizá eso vaya a cambiar.
El vasito con el café cortado se posó sobre el platillo de milagro porque Manolo solo la miraba a ella.
-¡Las voces!-Dijo la Peligro dando palmadas y saltos de alegría-¡Las voces de nuevo!
-La voz.
-Bueno, siempre ha sido una voz.
-No.-Bebió un sorbo del café y se sentó tranquilamente en el otro taburete.-Siempre han sido varias, hablando un poco a la vez, un poco desacompasadas. Ahora ha sido una sola.
Todos guardaron silencio. La Peligro, que no aguantaba quieta ni un segundo, fue la primera en expresar lo que los tres estaban pensando.
-¿Estás segura?-La cara de la travelo intentaba mostrarse amigable, pero un cierto rictus de miedo se reflejaba en sus ojos.-Quiero decir, no será que tú… a lo mejor… esto es…
-¿Me he vuelto loca y escucho voces que yo me invento?
-Bueno mujer, La Peligro no quería decir eso… pero este tiempo, tan triste, puede confundirlo a uno.
-Notario que te conozco. No. No me la he inventado. He escuchado una voz, alta y clara. Como siempre.
-Como siempre pero una sola voz.
-Una sola voz.
Manolo temía que La Peligro volviese a insistir así que se decidió a preguntar.
-¿Y se puede saber qué ha dicho?
Los tres contuvieron la respiración mientras Antonia volvía a beber un poco de café.
-La verdad es que no lo sé. No la he entendido muy bien.
-Pero…-La Peligro estaba a punto de estallar-¡Vamos a ver! Qué no has entendido: un nombre, una parte, todo, sonaba con interferencias, parecía borracha, sonaba a hueco o lejana…
-¡Calla coño!-Logró interrumpirla el Notario.-Perdón… perdón… Quiero decir que la dejes explicarse, será lo mejor.
-Sólo ha dicho una palabra, pero como no entiendo lo que significa, me he puesto a buscar a Pepo a ver si me ayuda a entenderla. Pero se ha ido.
-A ver, por qué no nos dices esa palabra y te intentamos ayudar.-El Notario también se estaba poniendo nervioso, pero sabía controlarse mejor que La Peligro que ya ni les miraba, vuelta de nuevo hacia la puerta como una niña pequeña enojada con sus amiguitos de la guardería.
-¿Usuaia?
-No. USHuaia… la ha repetido varias veces. U-shu-a-i-a.
-Eso suena a camelo barato.
-Peligro, guarda esa lengua. No tenemos porqué poner en duda la palabra de Antonia.
-¡Uchuaya! ¡Y qué cojones es eso! ¿Suajili?
-¿Por qué no le preguntamos al listo?
-Coño Manolo, a eso venía a ver si estaba el listo, pero se ha ido.
-No me refiero a nuestro listo, sino a El Listo.-Manolo se volvió hacia la caja y activó el navegador de internet.-El Listo: ¡El Google!
Antonia se puso de pié sobre los travesaños del taburete como queriendo saltarse el mostrador.-¡Pues venga, Manolo… dale… dale al listo!
Una a una fue deletreando la palabra que ya tenía grabada en la cabeza mientras el Notario y La Peligro se acercaban para ponerse lo más cerca de la pantalla de la caja. Manolo, bastante torpe con el teclado, logró introducir la palabra después de escribir y reescribir caracteres. Por fin pulsó intro.
De inmediato aparecieron enlaces, anuncios, un mapa… todos empezaron a intentar leer.
-Está claro que existe.
-Mira lo que dice aquí: “Capital de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur”
-¡Joé Antonia! Lo que viene a ser la quinta puñeta.
-“La ciudad más septentrional de América”
-“Fiesta de apretura discoteca Ushuaia-Ibiza”
-Mira, a lo mejor es a la discoteca a donde hay que ir.
-No creo.-Antonia volvió a sentarse pensativa.-Pero… ir allí, así, sin nada en la cabeza. No sé… quizá todo sea un mal entendido.
-Sí, claro. ¿En qué piensas? No sé…-La Peligro gesticulaba como si mantuviese una conversación con alguien imaginario-¡En Ushuaia mismo!
-Aunque yo sigo escuchando muy bien. He podido oír el nombre por ahí… de hecho, desde que la voz lo dijo, lo oigo, muy lejos pero lo oigo.
-¡Coño… en la Antártida!-La Peligro se volvió hacia el Notario.-Que si te soy sincera no tengo ni idea de dónde es, pero me suena que está en el culo del Mundo.
El Notario sonrió y la miró condescendiente.
-Bueno… en cierto sentido… está en la parte “de abajo” del mundo.
-¿Ves? No soy tan palurda.
Manolo seguía buscando datos en el ordenador. Su torpeza natural era paliada por la habilidad de la máquina que, constantemente, le corregía lo que escribía, le mostraba lo que en realidad quería ver y le permitía volver atrás.
-No sé. Necesito más información. Necesito a Pepo.
-Pues yo ya te he encontrado hotel y vuelo. Además, como allí es otoño, los precios están tirados.
- Manolo está hecho todo un cibernauta
-¿Un ciberqué…?-Manolo se giró ofendido.
-No es un insulto, Manolo. Es un halago.
Antonia volvió a agachar la cabeza.
-Ufff… No sé. Estoy deprimida otra vez. No sé qué haré allí, para qué ir. No estoy segura.
-¡Vamos a ver!-La Peligro plantó sus ciento y pico kilos largos en medio del charco que había dejado la gabardina de Antonia y empezó a hablar a gritos hacia el techo del Ok-Corral.-¿¡¡No os dais cuenta de que esta chiquilla necesita ayuda!!?
-¿Qué haces Peligro?
-¡Calla…!¡Hablo con la voces!-Continuó con su plegaria indignada-¿Por qué no os estiráis un poquito y me devolvéis mis poderes?-Al decir esto se daba golpes de pecho para señalarse.
-Manolo. Decididamente, a esta no le pongas más cervezas.
-Y que lo digas. Parece una sacerdotisa de una película muda. ¡Qué espectáculo!
Antonia levantó la miraba sonriendo tristemente.
-Di que sí, chiquilla. Reclama lo tuyo. Que yo sola no puedo hacerlo todo.
-¿¡Véis!?-La travelo estaba desatada, moviéndose como si estuviera celebrando un aquelarre.-¡Dadnos nuestro poderrrr!¡Dadnos nuestro poderrr!
-Peligro.-La sujetó el Notario con solemnidad.-Déjalo. No pierdas los papeles. Esto creo que no funciona así.
Manolo y Antonia miraban la escena riéndose abiértamente.-Déjala Notario, igual sí funciona así… ¡qué más da!
La Peligro se zafó de la mano del Notario y empezó a ejecutar lo que parecía más unas bulerías que un rito de invocación.
-Peligrrro… peligrrrro quiere poderrr… peligrrrro quiere poderrr….
-¡Mierda… ¿Cómo os podéis reír?!
-¡Shhh….!-Se detuvo de pronto. Sus ojos parecía que se le iban a salir de las cuencas. La mirada fija en la sorprendida cara del Notario. Un relámpago iluminó el interior del bar destacando aún más los rasgos frenéticos de La Peligro. Se acercó a él.
-Escucho. Ya escucho.-Un trueno.-Escucho tus latidos Notario… Escucho tus tripas-parecía querer agarrar algo frente a la barriga del Notario.-Escucho tu miedo y tu dessseeeeoo…-Ahora las manos recorrían el cuerpo de su propietaria como si estuviesen acariciándolo.
El Notario se estaba asustando. Balbuceaba intentando decir algo pero no sabía muy bien a qué se estaba enfrentando. De pronto, La Peligro acercó su cara de golpe:-¡Buhhh!
Él cayó sobre el serrín mojado como un niño aterrorizado.
Las risas rompieron en carcajadas.
-¡Muy graciosos… sois todos muy graciosos!
-¡Anda hombre!-Antonia se bajó del taburete intentando ayudarle a levantarse a pesar de sus protestas.-Con el día que está lo menos que podemos hacer es reírnos.
-Si te hubieras visto la cara, tú también te reirías.-La Peligro estaba llorando de risa. Sonó el batir de la puerta y una nueva lluvia de gotas les empapó.
-Pues yo cgeo que no es paga geígse.-Dijo la conocida voz de Jean-Baptiste.
Las caras de los cuatro aparecieron de entre la maraña de brazos, cuerpos, taburetes y barra. Al contraluz de la tarde lluviosa, una figura imponente se recortaba.
-¡Jotabé! ¿Desde cuándo estas…?
-Hace apenas cinco minutos, sólo me ha dado tiempo a ponegme gopa de la talla “ggande” y venig coggiendo. ¿Eso quiege decig que tenemos una nueva misión?
Ahora todos se volvieron hacia la caja registradora: Una hermosa imagen del canal de Beagle con la ciudad de Ushuaia y las montañas nevadas al fondo ocupaba toda la pantalla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario