LUNES
El bar se
estaba quedando solo. Era la “semana grande” de agosto, aquella en la que hasta
el más tieso se buscaba un agujero junto al mar para abandonar la ciudad
ardiente. Así que el Ok-Corral estaba de nuevo en horas bajas.
Pero como
hacía calor, los cuatro pringados, tiesos entre los tiesos, se juntaban en uno
de los pocos sitios abiertos. Así, bajaba el matrimonio mayor, harto de ver la
plaza desde arriba, la yerbas, que aún no se había recuperado del trance climático, el Notario, que bebía
los mojitos ya como agua y un nuevo inquilino: Un viejo pirado, de mirada
perdida y paso inseguro que se sentaba allí a las nueve y no se iba hasta que
lo echaban.
-¿Va a tomag
algo, abuelo?
-Estoy
esperando a mi hija.
-Ya, ya…
pero ¿va a tomag algo?
-No,
gracias.
Jean
Baptiste se volvió a meter tras la barra sin otra cosa que hacer que leer el
periódico en internet. Como leía la prensa francesa no se llevaba sustos de
muerte. ¡Qué afortunado el tío!
-Anda que
con clientes como el abuelo no llegas a rico.
-El pobge,
le dejan ahí en una fuggoneta de la gesidensia de ansianos y se queda vagando
por la plasa hasta la mañana, en que lo vuelven a gecogeg.
-Pues a mí
me suena su cara.
-Yo no lo he
visto nunca.
-Si hombre,
si… era…- el Notario intentaba hacer memoria-Era el Capitán nosequé. ¿No ves los tatuajes que lleva?
-Pego de eso
hagá mucho tiempo.
-¡Uff…! La
intemerata. ¿Y qué hace aquí?
-Yo cgeo que
tiene alseimeg o algo pagesido. Está siempge espegando a su hija.
-La hija
murió hace años y él se fue a vivir a otro sitio, supongo que a casa de otro
hijo ¿Qué hará por aquí?
-Igual se
han ido de vacasiones y han dejado al viejo solo y, como está senil, pues viene
a dónde cgee que vive.
-Voy a
averiguarlo. Dame otro mojito.
-Eso está
hecho.
El Notario
cogió su copa y se acercó cauteloso a la mesa del Capitán, que miraba de un
lado a otro como si temiese no ver a quién esperaba.
-¿Puedo
sentarme aquí?
-Sí, claro.
Mi hija vendrá ya mismo y le dejaré la mesa toda para usted.
-¿Ha quedado
aquí con ella?
-Sí. Todos
los días viene a verme, pero se hace de rogar.
-Los hijos
nunca están cuando se les necesita.
-Pues ésta
es la mejor. De los hermanos mejor ni hablar.
-¿Y cómo va
vestida, igual le puedo ayudar?
El viejo se
giró para mirar al Notario por primera vez. Se le quedó observando, paseando la
mirada a su alrededor y luego volvió la cabeza hacia la plaza.
-No creo que
pueda ayudarme.
-Porqué.
-Usted lo
sabe perfectamente.
El Notario
se quedó con la palabra en la boca. Era curioso, pero el viejo tenía una
seguridad pasmosa, no mostraba signos de senilidad y su actitud parecía
convincente. Si no fuera porque llevaba unos cuantos días esperando a su hija y
luego se quedaba solo vagando por ahí hasta el amanecer, nadie diría que estaba
loco, eso sin olvidar que su hija llevaba muerta unos cuantos años.
A lo mejor
era eso. A lo mejor estaba esperando a que su hija muerta viniera a por él para llevárselo.
Miró el mojito
y pensó “¿Ketamina de Cuba?”. Pegó un sorbo de la pajita como para cogerle el
gusto. “¡Qué tontería!”
-Bueno,
inténtelo. A lo mejor le sorprendo.
-Normalmente
va vestida de blanco, como una novia.
-Muy
veraniego. – El notario fingió buscarla por la plaza y vio a la bruja Maru
llegar con su bolsa de rafia, lo que le dio una idea.
-Voy un
momento a mirar por ese otro sitio.
El viejo ni
siquiera se despidió, continuando con su infructuosa búsqueda mientras el
Notario se cambiaba de mesa.
-Oye, Maru,
¿puede ser que alguien vea muertos?
-¿Tus
muertos?
-No mujer,
me refiero a muertos en general.
-Yo qué sé.
Solo soy vidente.
-Joder,
Maru, un poco de interés. ¿Ves a aquél viejo de allí?
-El Capitán.
Está colgado.
-Dice que
está esperando a su hija, la cual lleva muerta un montón de años.
-¿Ves?
Totalmente colgado.
-A lo mejor
espera a que regrese para llevárselo.
-Pues como
siga pasando las noches en vela se va a ir él solito sin necesidad de que le
acompañe nadie.
La enorme
manaza anillada de la bruja se extendió boca arriba hacia el Notario.
- ¿Quieres
asesoramiento experto? Dame ochenta euros y empezamos a hablar.
-¡Coño! ¿No
se puede hablar sin pagar?
-Claro que
no, como antes no se podía chingar conmigo sin rascarse la cartera. Lo que nada
cuesta, nada vale.
-En eso te
tengo que dar la razón. Me voy con el viejo, que tiene menos humos.
-Sí, pero
son de colooores.- Los ojos de Maru se abrieron como dos lunas mientras sus
manos se abrían formando dos abanicos alrededor de su cara.
-¡Qué bruja
estás hecha!
-Gracias.
MARTES
El minibús
del Geriátrico se detuvo frente al Ok-Corral, como todas las noches, y se abrió
la puerta dejando salir a un jovial enfermero de blanco. Pero esta vez no dio
paso después al abuelo pirado que todas las noches esperaba a su hija. No.
El joven
sanitario cruzó entre los veladores del bar y entró en el local. El Notario
observaba la escena sin apartar la mirada de la puerta abierta del minibús.
Nadie asomaba la cabeza. Nadie vendría hoy a esperar a su hija.
El francés,
secándose las manos en el mandil, salió acompañado del enfermero dando algún
tipo de explicaciones. Finalmente, el joven de la Residencia de Ancianos Los
Ángeles se despidió y volvió a entrar en el minibús que emprendió la marcha de
inmediato.
-Jotabé…
¿Qué pasa?
-No lo sé.
El viejo no se pgesentó a la gecogida esta mañana. Están buscándole.
-¿¡Han
perdido al viejo?!
-Eso pagese.
-Joder
macho. Qué país. ¿A quién se le ocurre dejar a un viejo chocho solo todas las
noches en medio de una plaza?
-A la
gesidensia Los Ángeles.
-Del
infierno.. Los Ángeles del Infierno. Menudos capullos. Pobre hombre.
Jotabé se
encogió de hombros y volvió al bar. El Notario pensó que como era francés, pues
le daba un poco igual, pero se quitó eso de la cabeza mirando al mojito con
severidad: “Me estás cambiando, cabrón.”
La bruja
Maru montó la consulta con su bolsa de rafia llena de encantamientos y empezó a
esperar a que los primeros incautos fueran llegando para leerles la
buenaventura y sacarles los jurdores, como le gustaba decir.
-El Capitán
ha desaparecido.
-¿Se ha ido?
-No, esta
mañana no estaba para recogerlo. Han venido de la residencia preguntando por
él.
La Maru no
dijo nada. Se inclinó como pudo y recogió su bolsa poniéndosela en el regazo
para buscar alguna cosa. La encontró. Eran unos huesos. Los arrojó sobre la
mesa de acero inoxidable y empezó a mirar cómo habían caído.
-Eso qué es
una petanca portátil.
-Calla
lechuguino. Deja a las profesionales trabajar. ¿No quieres saber dónde está el
viejo?
-Si.- Y se
quedó mirando atentamente el juego de adivinación ósea sin rechistar hasta que
algo le llamó la atención al otro lado de la terraza. Otra vez Jotabé daba
explicaciones a alguien. También de blanco, aunque bien nutrido de cadenas de
oro. Era el Richal.
-Jotabé…
¿Qué pasa?
-Hoy todo el
mundo se acuegda del viejo. Han venido a pgeguntag pog él los camellos de la
esquina.
-¡Coño…! ¿Y
eso?
-No he pgeguntado,
ya sabes cómo se las gastan esos.
-¿Cómo va la
cosa?
-Shhhh…!
Calla.
-¿Qué le
pasa hoy a la bguja?- susurró el camarero.
-Está
intentando localizar al abuelo.
-Ah.
-Perdonad.
Hola jean Baptiste. ¿Podríamos hablar?
El camarero
se giró y allí estaba la Sargento Rubio, con su porra, naturalmente.
-Pog
supuesto saggento. ¿Qué desea?- dijo apartándose del grupo.
-El Notario,
ante la falta de resultados de la petanca portátil, intentaba ver qué hablaban
el camarero y la sargento. Jotabé iba desencajando la cara a medida que la
policía le daba información. Finalmente se quedó solo con la mano en la cabeza.
-Y ya van
tres. ¿Alguna novedad?
-El viejo
fue detenido ayeg en posesión de una ggan cantidad de hachís, coca y éxtasis.
-¿El abuelo?
-Sí. Pego
justo cuando lo iban a fichag, desapageció. ¡Con la dgoga!
-O sea que
el asilo pierde a los viejos y la policía a los detenidos y las pruebas.
-Ya, si me
pegmites… lo digé yo ¡Qué país!
-Pues le va
a costar recuperarlo.
Jotabé y el
Notario se giraron hacia la bruja.
-Ya no está
entre nosotros.
MIÉRCOLES
Después de dos días
desaparecido, ya nadie se acordaba del viejo capitán. Aunque no exactamente: en
una de las mesas del Ok-Corral, un atribulado enfermero se mesaba los cabellos
nerviosamente mientras charlaba con el camarero y el notario, que estaba allí
para dar fe del acto o, lo que es más probable, para pegar la oreja.
-Lo que dice el
francés es verdad. Ustedes deberían ir a la comisaría. El viejo estuvo detenido
allí y se fugó, aunque ellos fueron incapaces de identificarle, dado el estado
mental del individuo. Así que sólo queda que ustedes les comuniquen esa
identificación.
-Pero es supondrá
que nos abran una investigación por negligencia grave, y no está la cosa para
que nos cierren el chiringuito.
-Lo que no me
explico es cómo han dejado sólo todos los días a un ansiano en esas
condisiones.
-Este señor fue
ingresado hace meses en nuestra residencia, nadie viene a verlo aunque pagan
puntualmente su mensualidad. Hace algunos días vino una sudamericana, Lucrecia
creo que se llamaba, diciendo que quería verle. El viejo creía que era su hija,
aunque en realidad fue una de las mujeres que estuvo cuidándole hasta que lo
ingresaron. Fue ella la que dijo que le gustaría que durmiera en su casa y
empezamos a traerle. Como por la mañana lo recogíamos sin problemas…
-Ya, hasta ayer.
-Hasta ayer.
El camarero y el
notario se quedaron mirando al enfermero fijamente.
-Está bien. Voy
para allá.
Y se levantó para
dirigirse a la comisaría de la acera de enfrente.
-Tiene cojones,
para que no les quiten la licencia son capaces de dejar a un anciano tirado por
ahí.
-Bueno, es un
ansiano que fue capitán de la legión y ha desapagesido con ggandes cantidades
de dgoga. Igual está volando por ahí.
El notario vio
acercarse al Richal caminando muy pegado a las paredes de la plaza, como si
fuese una reproducción egipcia de Eminem.
-Ahí llega el que
reclama la droga.
-Y ahí los que
geclaman al viejo. Del enfegmego no hay gastgo.
-Ese tiene que dar
muchas explicaciones todavía.
-Integsepsión
visual. Gichal ve policía. Gichal da media vuelta.
-Es listo este
Richal.
-Ya te digo.
-Buenas. Solo venir
para informaros que ya hemos identificado al anciano.
“¡Sorpresa!”
-Y que ha aparecido.
-¿Dónde está?
-En el depósito. Lo
encontraron muerto entre unos setos de los Jardines de Murillo, probablemente
haya sufrido una sobredosis.
-Pgobge ansiano.
-Hombre… pobre,
pobre: de estar cagándose encima a viajar hasta la estratosfera…
El policía y el
camarero miraron con severidad al notario.
-Bueno, bueno… es
una forma de verlo.
La bruja Maru,
desde su silla dijo la frase que más jode cuando la has cagado.
-¡Os lo dije!
JUEVES
Una chica de tez
morena totalmente vestida de blanco se acercaba desde el final de la plaza.
Pasaba de la una de la madrugada y el bar daba claras señales de estar a punto
de cerrar, vamos que no había nadie, sólo la peña de nómina.
-Mira Maru… esa es
la hija del capitán.
-Esa es la flor de
la canela un puta sudaca con cara de india que gusta de vestir siempre de
blanco.
La chica entró en
el bar sin reparar en los que tan atentamente la seguían con la mirada.
-Buenas. Sabrías
decirme si un anciano que paraba por acá dejó de venir.
La cara del
camarero se iluminó y se apago en un segundo. Era la chica de blanco y ahora
iba a llevarse una mala noticia.
-¿Se gefiege al
Capitán?
-Si.
-Ha fallesido.
-¡Oh…! Vaya. Qué
lástima. Gracias de todas formas.- La chica se giró para salir y se topó de
bruces con el notario que tenía cara de notario por primera vez en su vida.
-¿Qué lástima? Un
hombre que en su demencia la creía su hija.
-¿El viejo demente?
¡Venga ya! El viejo tenía muy bien puesta la cabeza.
-Pero creía que
usted era su hija.
-Eso era un teatro
de él y mío para que le dejaran salir del asilo.
-Entonces ¿él no
estaba chocheando?
-Chocheaba, le
aseguro que chocheaba, Todas las noches. Con el mío, con el de la Lupe y con el
que se pusiera a tiro.
Jotabé miró al
notario sin comprender.
-Que se acostaba
con las señoritas.
-Ggasias.
-¡Era todo un
caballero…! Y pagaba religiosamente.
-¿Y de dónde sacaba
el dinero?
La sargento rubio,
como en una escena diseñada por Agatha Christie, apareció en la puerta
contestando a la pregunta.
-Era el camello de
la residencia Los Ángeles.
-¿Cooomo?- dijeron
todos al unísono.
-El viejo no tenía
la droga de manera casual. Compraba pequeñas cantidades para trapichear con los
otros ancianos. Hay que recordar que las primeras generaciones de drogadictos
empiezan a jubilarse.
-Sí, pero cuando le
arrestasteis tenía mucha cantidad y de muchos tipos distintos.
-Probablemente se
la quitó a los camellos de la esquina, sus proveedores habituales.
-Ah. Pog eso el
Gichal viene de ves en cuando pgeguntando pog el.
-Pues ya no hay
nada que hacer. Si nadie viene a reclamar por él, mañana será incinerado. Ponme
un café, que el de la máquina de la comisaría es una mierda.
-Magchando.
El grupito de investigadores
se disolvió. La puta se fue a los suyo, Jotabé a la máquina del café y el
Notario a la bruja.
-¡Qué cabrón el
viejo! Pues no traficaba con drogas en el geriátrico y se iba de putas todas
las noches.
-¡Que se puede
esperar de un legionario!
-Sí, pero estaba
solo el pobre.
-¿Solo? Tenía
amigos, gente que le cuidaba y chicas que le amaban. ¿Quién tiene eso hoy en
día?
-Bueno, tenía eso
pero con dinero de por medio.
-El dinero es quien
todo lo mueve. O crees que si los viejitos no tuviesen paga iban a quererlos en
las casas.
VIERNES
Si la semana había
girado en torno al anciano Capitán, un falso Alzheimer, traficante de menudeo
entre jubilados y putero de ocasión, el desenlace había dejado un sabor
agridulce en la clientela del Ok-Corral.
La vida te lleva,
te ensalza y te termina abandonando incluso antes de que te mueras.
Afortunadamente, las medidas de retraso en la jubilación conseguirán que puedas
morir en tu puesto de trabajo, evitando el amargo trago de vivir para nada.
-No logro quitarme
de la cabeza la idea de que el Capitán estaba realmente solo.
-Mi abuelo desía,
“No te gías de mi pogque soy viejo, todo lo que tú ves lo hisimos los viejos.”
-En fin. Me voy
para afuera, a ver si algún cliente de la bruja me entretiene la noche.
La bruja llevaba
unos días que salía por salir, porque o todo el mundo se había ido a la playa o
la gente había perdido interés por su porvenir, que en vista de las noticias
parecía la opción más plausible.
-Si tuviera veinte
años menos me volvía a hacer puta. ¡Qué ruina de negocio!
-¿Y para cuándo tu
“pensión Erasmus”?
-Las obras son como
las guerras, se saben cuando empiezan pero nunca cuando acaban.
Lentamente, mojito
a mojito, la noche se iba acercando a la madrugada. Jean Baptiste, leidos Le
Monde, Liberation y L’Equipe se pasó a la prensa española, por aquello de
practicar la lectura y allí estaba, en la edición del sábado del ABC… el
Capitán, no podía ser otro.
-¡Notagio…!¡Notagio…!
-¿Qué le pasará a
este?-le murmuró a la apática pitonisa mientras se levantaba-¡Son los clientes
los que llaman a los camareros y no al revés!
El notario entró en
el local y se acercó al mostrador.
-Entga, entga… lee
la notisia tú.
-Léela en voz alta-
dijo la Maru desde la puerta.
El notario cruzó al
interior de la barra y empezó a leer en la pantalla de la caja registradora.
“En la tarde de ayer, un hecho insólito alteró
la cotidianidad del cementerio de San Fernando. Mientras distintos grupos
familiares velaban, rezaban o esperaban por sus finados, la policía había
dejado el cadáver de A.G.R. , antiguo capitán de la Legión fallecido en
extrañas circunstancias unos días atrás, al haberle sido imposible localizar a
ningún familiar del difunto.
Cuando llegó su turno, el cadáver del capitán
fue introducido en el horno crematorio sin féretro y con la ropa que llevaba
cuando encontraron su cuerpo. Sólo un individuo de etnia gitana y una chica
sudamericana asistían al acto aunque no lograron convencer al personal del
cementerio para que les dieran la vestimenta del finado, al no poder certificar
ninguna relación familiar con él.
Cuando el horno crematorio empezó a realizar su
labor transformadora el humo que salía de las chimeneas cambió de color,
volviéndose verdoso. El cambio de presión atmosférica provocado por las rachas
de viento sahariano terminaron por esparcir el humo por todo el camposanto, y
por las salas que éste tiene para que los familiares penen su dolor produciendo
de inmediato un cambio de humor en los mismos.
En la fotografía pueden ver a una de las
familias que, en vez de llorar la pérdida de un ser querido, se dedicaron a
contemplar las flores de las tumbas, sonrientes y extasiados de tanto color.
Las autoridades tuvieron que intervenir al llegar la hora de cierre del
camposanto porque nadie quería abandonarlo.
“Es que es tela de
guapo ¿no?”
Logró decir a nuestra reportera H.G.J. que
llevaba más de 7 horas contemplando la perfecta alineación de los nichos.
“¡Mira, mira…! ¿No
parece que respiran?”
Fueron las declaraciones de L.S.D. respecto del
grupo escultórico que adorna la tumba de Manolete.
Ante la imposibilidad de despejar el
cementerio, las autoridades, que barajaron el envío de antidisturbios, se
decantaron al final por hacer una “jornada de puertas abiertas”.
La noticia corrió por las redes sociales como
la pólvora y de inmediato se organizaron encuentros, lo que en el argot juvenil
se conoce como kedadas, para realizar botellonas, espiritismo, encuentros de
zombies y alguna que otra performance.
Al cierre de esta edición, el cementerio era
una fiesta y los comerciantes de los alrededores ya estaban pensando en
proponer el establecimiento de este día de puertas abiertas como una costumbre.
“Dinamizaría la
economía de la zona”, declaró B.F.T.
propietario de un puesto de flores.
“Yo no vendo
alcohol”, declaró el ciudadano chino Y.L.
mientras una cola interminable de jóvenes esperaba su turno para comprar Red
Bull (probablemente).
-Al final los huesos
se equivocaron- dijo el Notario mirando a la bruja de la puerta.
-¿Cómo? El viejo
está muerto, ¿no?
-Tú dijiste que ya
no estaba entre nosotros, y mira qué fiestuqui ha organizado.
-Es vegdad, ahoga
lo han gespigado toda esa gente, sigue entge nosotgos.
-Bueno, tenéis
razón. El capitán no se ha ido, del todo.Pero yo también tenía razón en algo.
-¿En qué?
-Los humos del viejo eran de colores.
-Touché!
-¿En qué?
-Los humos del viejo eran de colores.
-Touché!
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